Villanueva de los Infantes
Es jamila ganada por Alfonso VIII a los Almohades, aparecía en 1245 como aldea poblada por los caballeros de Santiago. En 1421 se le otorga Carta Puebla y en honor a Don Enrique y sus hermanos toma el nombre de Infantes.
Partiendo de la Casa Rural "Los Girones Pacheco" nos encontramos a pocos metros con la Plaza Mayor, en la que podemos admirar el Tempo Parroquial de San Andrés Apóstol, con su impresionante fachada de estilo clasicista y en cuyo arco destaca la imagen de su titular y el escudo de los Austrias.
Su interior posee todos los elementos que imponen la sobriedad y la quietud del que vela por su alma, incluído su púlpito de estilo plateresco.
Sin lugar a dudas pocas ciudades de nuestra geografía se encuentran plagadas de rincones, símbolos y escudos dedicados a nobles proezas. Esto no sólo se observa en edificios de servicio, como hospitales y capillas, sino más en Palacios nobles familiares como la casa conocida como del Arco.
Todos estos edificios reflejan el apogeo económico de una época de estrecha relación entre la moral del caballero, la cultura y la religión, tan determinante en estos siglos.
Como edificio religioso y de imponente aspecto debemos mencionar el Convento de Santo Domingo que fue fundado en 1526, donde se conserva con esmero la celda de uno de los personajes más ilustres de las letras españolas, el autor de "El Buscón" que terminó sus días en dicha celda, seguro que una de las plumas más prolíficas de nuestra lengua, encontró en calles y gentes de esta tierra la más pura influencia en su alma de caballero.
El orgullo que cada pueblo tiene por su historia siempre tiene fiel reflejo en las tradiciones y saberes que tras el paso de los siglos forman parte de sus acerbo cultural y la herencia más arraigada en la vida diaria parte de sus fogones, en esta zona de La Mancha encontramos platos diferenciados en uso y gusto, los platos del pastor, como migas, gachas , pisto, gazpachos con elementos básicos, más bien humildes.
La presencia árabe en esta zona determinó también las raíces de la gastronomía, llegando a nuestros días el conocido tiznao con variedad de salazones y encurtidos.
Saciado el cuerpo y alegrada el alma, comienza para nosotros el ocaso y finaliza este continuo viaje.
Y me retiro orgulloso y sabedor de que estas tierras repletas de historia esperan otras botas dispuestas a caminar por estas mismas calles de acogedora belleza, abriendo para otros sus misterios y marcando para sí nuevas hazañas.